sábado, 7 de marzo de 2009

Una Didáctica de la Historia

Autor:
Isaac González B.
Sesión 4:
7 de marzo de 2009

La historia como ciencia de la relación
La historia nunca debiera verse como una simple (o compleja) acumulación de datos, sino más bien como una disciplina con vocación sintetizadora que incluye múltiples elementos de otras materias que se relacionan entre sí y que se integran cualitativamente en un todo, gracias a una metodología propia. En este sentido, el profesor debe hacer ver a sus pupilos que la historia es un ente vivo y no un cadáver al que el historiador se acercara en calidad de médico forense. Así pues, cuando un equipo de alumnos expone un tema el maestro debe cuidar que cada integrante no añada simplemente un cúmulo de datos inconexos a la exposición (o al trabajo) de sus otros compañeros, como sí la historia fuera montañas de información sin pies ni cabeza: ello mata a la historia; nunca permite comprenderla.
El Hecho histórico es una construcción
El profesor debiera trasmitir al alumno la idea de que los hechos históricos no son algo definitivamente acabado que haya simplemente que aprendérselos sin más razonamiento que el esfuerzo de memorizarlos. La historia es, en realidad, el trabajo de los historiadores (hombres y mujeres de carne y hueso con emociones y partidarismos inevitables susceptibles de incurrir en distorsiones) que además su labor les exigió un esfuerzo interpretativo y no sólo de recopilación de datos inconexos; la historia es, en este sentido susceptible de reinterpretarse por lo que siempre estará en construcción. En este mismo tenor, las fechas (el “coco” de los estudiantes) deben entenderse como “nudos privilegiados de relaciones”, es decir, como encrucijadas temporales en que emergen repentinamente a la superficie fuerzas, conflictos, situaciones, etc. y no como un dato más que haya que aprender a fuerza de repetirlo una y otra vez.
Aprendizaje crítico de la historia
El aprendizaje de la historia debiera ser eminentemente crítico, pues es necesario recordar, aunque sea doloroso para el historiador honesto, que la historia ha sido muchas veces puesta al servicio de intereses o ideas que poco o nada tenían que ver con un interés “puramente” científico. En este sentido muchas veces es importante promover la controversia sobre un determinado hecho histórico, lo que puede verse favorecido con un manejo inteligente de la bibliografía recomendada a los alumnos.
La historia como ejercicio de expresión
Comunicar con precisión una idea a veces es más complicado de lo que parece. Exponer un tema histórico correctamente, no es, pues, la excepción por lo que las presentaciones orales que hagan los equipos son una excelente oportunidad para ejercitar y mejorar las cualidades comunicativas de los alumnos, siempre y cuando el profesor haga un cuidadoso seguimiento de cada exposición, anotando lo que a su parecer sea susceptible de mejorarse para posteriormente comentarlo junto con las sugerencias. Los comentarios que éste haga deben cuidar, desde luego, no herir las susceptibilidades del educando.
La historia como ejercicio de adquisición de técnicas y hábitos de trabajo
Aprender historia implica necesariamente la adquisición de herramientas y disciplinas que nos suministran otras ramas del saber. Así, la geografía para la elaboración de mapas históricos; la estadística para la recopilación de datos y confección de tablas y gráficas informativas; la redacción y la habilidad para comunicarnos y resumir a través de la palabra impresa, así como el hábito de la lectura que nos suministrará la información que requerimos y que nos permitirá ver el mundo con un criterio mucho más amplio, serán fundamentales para el mejor aprendizaje del alumno.
El comentario de textos históricos y la iconografía
Para que los alumnos aprendan historia no basta con que lean los textos recomendados, es indispensable aprender a comentarlos en el contexto del tema que previamente han elegido; la toma de notas será en esta etapa una de las herramientas fundamentales. Aprender a comentar el material iconográfico (imágenes), contextualizándolo en la época en que fue creado e insertándolo en las corrientes culturales a que pertenecen será también invaluable en el proceso de aprendizaje de la historia.
La historia como relación de tres tiempos y de tres niveles de hechos
La metodología creada por Fernand Braudel (y expuesta magistralmente en su obra El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo en Tiempos de Felipe II), de la larga, mediana y corta duración, puede ser de una gran utilidad en la enseñanza de la historia, prácticamente a cualquier nivel educativo. Debido a que la corta duración destaca el acontecimiento “relevante” (el “hecho”, el personaje, la guerra, la revuelta), es la temporalidad con la que más familiarizado está el alumno, por ser ésta la más mencionada por la historiografía tradicional. Es indispensable, sin embargo, mostrar al estudiante que la corta duración no es más que la punta del iceberg de dos procesos de mayor duración y que a lo largo de la historia de la humanidad son de bastante mayor trascendencia. En la temporalidad media (“mediana duración”), que podríamos llamar de un segundo nivel, encontramos sobre todo fenómenos de corte socioeconómico que se desarrollan a un ritmo mucho más lento). Finalmente, en el tercer nivel (la larga duración) se encuentran fenómenos de mentalidad colectiva, de hábitos de la vida cotidiana (como la alimentación), de las ideas religiosas, etc., que se desarrollan tan lentamente que parecieran haberse prácticamente detenido en el tiempo.
Acerca de la evaluación
La clave para definir la consistencia de cualquier método didáctico se encuentra, finalmente, en el siempre controvertido sistema de evaluación. La lectura de Isaac González propone establecer un pacto con el alumnado a fin de que todo aquel estudiante que cumpla con un mínimo de requerimientos establecido en el trabajo colectivo (e individual), tenga garantizada una calificación aprobatoria. Lo que en esta propuesta se califica es un proceso de enseñanza-aprendizaje, “nunca un momento de este proceso; la evaluación tendrá también, en este proceso, tres protagonistas: el propio alumno que autoevalúa, el profesor y el grupo que ejercita la heteroevaluación.
Propuesta didáctica:
Acorde a la propuesta ya planteada en el anterior reporte (la creación de Blogs por parte de los alumnos integrados en equipos, a fin de que ahí coloquen el resultado de sus investigaciones sobre un tema determinado), propongo en esta ocasión hacer extensivo a todos los temas del curso la colocación de sus trabajos en un Blog; propongo además trabajar sobre una clasificación lo más inteligible posible para que cualquiera que visite dicho sitio web sepa de manera casi inmediata los contenidos y los objetivos del curso en el que se encuentran los alumnos, además de los trabajos que ahí se expongan (mediante un sistema de índices con hipervínculos). Asimismo se agregaría una tablita de evaluación comparativa por trabajo (por parte del propio equipo responsable del Blog, el profesor y los demás equipos del grupo). La tablita no contendría calificaciones numéricas, sino estrellitas (5 estrellas, excelente trabajo; 4 estrellas, buen trabajo, 3 estrellas, no está mal; 2 estrellas, trabajo aceptable; una estrella, el trabajo requiere ser mejorado o es un “fusil” de otro).

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