Luz Elena
Sesión 5:
13 de marzo de 2009
historiográficas contemporáneas
A lo largo del tiempo dos tendencias han prevalecido en la forma de hacer historia en México: la positivista, que encuentra su mejor reflejo en la historia oficial, y la institucionalista, que se ha encargado de legitimar y robustecer a los distintos Estados nacionales, a través de la promoción de una crítica moderada a la historia oficial y que ha encontrado acomodo en los institutos de Educación Superior y en los centros de investigación académica. Ello no significa, desde luego, que no hayan surgido críticas serias a dichas maneras de hacer historia pero éstas aún son incipientes, de ahí la importancia de sentar las bases de maneras más críticas de hacer y de entender la historia.
La historia, en este sentido, debiera entenderse como un “conocimiento vivo”, como una conciencia del pasado y como una búsqueda siempre cambiante de la verdad dispuesta a corregir errores y a descubrir nuevas cosas, gústele a quien le guste; la tarea del historiador académico consiste en trasmitir ese sentido de cambio a su público. Así, se requiere un cambio en la enseñanza de la historia, pero sin olvidar la necesidad de contar con un sustento teórico que la haga vigente.
Para hacer historia se tienen que tener presentes, en la época contemporánea, los distintos periodos por los que han atravesado las distintas maneras de hacerla, por lo que la doctora Galván propone la siguiente periodización:
1) 1848 a 1870. Periodo asociado a la corriente marxista.
2) 1870 a 1929. Periodo en que la historiografía se une a la geografía; Alemania y Austria marcaron en este periodo el desarrollo de la historiografía.
3) 1929 a 1968. Periodo en que la historiografía se une a la economía y a las ciencias sociales. Francia marca este periodo.
4) 1968 a la fecha. Ya ningún país marca la hegemonía historiográfica.
De los primeros dos periodos destacan: el positivismo, que intenta narrar la cosas como supuestamente han ocurrido negando que el estudio del pasado tenga algo que ver con lo que en el presente sucede; es la historia de los grandes acontecimientos y los grandes personajes, y su única fuente confiable es el documento histórico, quizá su principal representante sea el alemán Lepold von Ranke; el marxismo, alejado en un principio de los centros académicos pero cultivado y difundido por activistas políticos más comprometidos con los movimientos sociales que con la academia; la corriente de la academia crítica, sostenida principalmente en las obras de Max Weber, Karl Lamper, Henry Pirenne y March Bloch.
El tercer periodo, está dominado por la revista de los Annales, y en particular por el pensamiento de March Bolch (1929-1944), Lucien Fébvre (1944-1956), Fernand Braudel (1956-1968); Jacques Le Goff, Marc Ferro (1968-1989). Paralelamente a la corriente de los Annales, el materialismo histórico recobra una fuerza inusitada, especialmente por su compromiso con los movimientos sociales progresistas de la época, de ahí que la principal contribución de esta corriente sea la relación que establece entre el pasado el presente y el futuro. También en paralelo surge la corriente neopositivista que toma cuerpo en la historia cuantitativa (que a su vez abreva de la corriente económica norteamericana) y que sustituye (a decir de la doctora Galván) el amor que el positivismo tenía por el documento histórico, por el amor al número (gráficas y estadísticas son su principal forma de ver el estudio del pasado).
La corriente de los annales y la importancia de contar con un marco teórico
La importancia que en el terreno metodológico y en su crítica al positivismo, aún predominante en la historia oficial, tiene el pensamiento de los principales expositores de esta corriente (y en especial el de Fernand Braudel) llevan a la doctora Galván a proponer la historia de las duraciones (larga, mediana y, en menor medida, corta) y la de las mentalidades (cuyos paradigmas, en ambos casos, están basados en una historia económica-social) como principal sustento de una didáctica crítica para la enseñanza de la historia.
No se trataría ya de seguir resaltando los acontecimientos políticos y la vida de los héroes en la enseñanza de la historia, sino más bien de pensar en cómo se dieron los procesos históricos a lo largo del tiempo en función de la vida económica-social de la humanidad. En este contexto surgen nuevos enfoques debido al contacto de la historia con la antropología, la sociología, la economía, la pedagogía y la sicología; el área del conocimiento que, en este sentido, se destaca en esta corriente historiográfica es la historia social, es decir, el estudio de las masas en lugar de el de las élites, lo que ha permitido trabajar con los sectores antes olvidados por la historia oficial como las mujeres, los niños, los indígenas y los negros, entre otros.
Para cada maestro que se dedique a la enseñanza de la historia debe quedar claro que, independientemente que se base o no en la corriente de los Annales, el marco teórico es fundamental para abordar los problemas del conocimiento de la historia y de la explicación y difusión de la misma. Asimismo, es indispensable tener un anclaje en dos conceptos inseparables: el tiempo y el espacio.
El alumno debe entender que los hechos no están desconectados ni aislados unos de otros, aunque sucedan en momentos y en lugares distintos; que los hechos ni los procesos empiezan y terminan de manera absoluta y tajante; que las periodizaciones que manejamos son, en realidad, producto de nuestras necesidades docentes o de investigación; y que para entender el presente de cada sociedad es necesario remontarse a los acontecimientos anteriores y en diversos espacios.
Propuesta didáctica:
En la elaboración de los Blogs que se propusieron en los anteriores reportes, se sugerirá a los equipos que incluyan al principio de cada uno de los trabajos cuál es la visión de la historia que cada uno de ellos plantea (es decir, cuál es la metodología empleada para escribir el trabajo) y cuál es la relación que guardan con la actualidad.
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